A ti corriendo voy,
brazos sagrados
en la cruz sacrosanta descubiertos,
que para recibirme, están abiertos
y para no castigarme no están clavados.
A tí ojos divinos,
eclipsados de tanta sangre y lágrimas cubiertos,
que para perdonarme están despiertos
y para no confundirme están cerrados.
A tí, clavados de pies para no huirme,
a tí, cabeza baja por llamarme,
a tí, sangre vertida para ungirme.
A tí, costado abierto quiero unirme,
a tí, clavos preciosos quiero atarme,
con ligadura dulce, estable y firme.
Amén.
(Autor: G. Tejada)
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